Cuando decimos que alguien es “romántico” lo primero que viene a la cabeza es alguien “cursi”, aquel que todo el tiempo está pensando como agradar a su pareja y llenándola de detalles ridículos. Pero realmente una persona que convierte el romanticismo en estilo de vida es, todo lo contrario.
En la actualidad, el ser romántico es un lujo. Es aquel que busca la calidad en lugar de cantidad. Es una persona que conoce a su pareja e identifica lo que necesita. Una linda cena, un fino detalle, una caricia, una llamada. En pocas palabras, un ser astuto que se jacta de sorprender, seducir y enamorar aquel que ama.
Es cierto que la vida ha cambiado y los roles se han mezclados. He escuchado a mujeres decir que se sienten incómodas, cada vez que un hombre les abre la puerta del coche, pues dicen que ellas pueden hacerlo. De acuerdo, una mujer puede hacer todas esas cosas, Pero, dejar que un hombre te ceda el paso, te abra la puerta de algún lugar, te dé su abrigo cuando tienes frío, es un acto de educación. Y la educación se ve y se siente bien en cualquier lugar y en cualquier momento.
La realidad es, que existen pocos que lo hacen. Pero esto puede ser, verdaderamente una ventaja. Pues es más atractivo estar con alguien que te colma de finos detalles, aquel que simplemente no le interesa. Por lo que tomar la decisión de convertir el romanticismo como estilo de vida puede ser la diferencia de “es alguien con quien, alguna vez salí” a “me encanta salir con él”.